jueves, 27 de agosto de 2015

Un Jíbaro en Mediana de Aragón (II)

Rubén Gotay durante la guerra civil española.

El Frente Norte se estaba desplomando y la batalla de Brunete había quedado en tablas. Sin embargo, el Ejército Popular daba la cara. Es por ello que Rubén se entrega a la causa y reproduce punto por punto el enfoque de la propaganda oficial en su tratamiento de la ofensiva sobre Zaragoza. Cualquier pueblo por pequeño que fuese y que cayese en manos de la República era para él una prueba evidente del poder ofensivo del gobierno leal. En su crónica sobre la toma de Mediana, Rubén hace hincapié en la represión franquista en retaguardia (actualmente la cifra de asesinados por los franquistas en el pueblo es de 87 personas) y en la labor acometida por los comisarios políticos. Eso sí, no dice una palabra de la nueva represión desatada contra los colaboracionistas y derechistas de la localidad (actualmente la cifra de asesinados por los republicanos en el pueblo es de 6 personas) . Tras la conquista y la estabilización del frente se inicia la fase de fortificación previa a la guerra de posiciones que conocemos tan bien gracias al trabajo de campo arqueológico que desarrollamos en el entorno de Mediana:

A media mañana, después de haber caído definitivamente el pueblo, la aviación facciosa hace una incursión sobre Mediana. Es práctica fascista impedir el disfrute de las conquistas republicanas, bombardeando ferozmente las poblaciones rescatadas de la opresión facciosa.
Un campesino me dice:
-Hemos estado sufriéndolos durante más de un año, hasta que llegásteis vosotros. Nos decían que los “rojos” eran muy crueles, que maltrataban a los campesinos. Ahora vemos que todo era mentira, pues los soldados republicanos nos han tratado muy amablemente y con toda clase de consideraciones.
Por todas partes vemos caras sonrientes. Solamente el llanto emocionado de una anciana nos recuerda infinidad de lágrimas que las mujeres de este pueblecito aragonés habrán vertido mientras estuvieron sometidas a la opresión fascista.
Seguimos recorriendo el pueblo. Por donde pasamos, los chiquillos y los adultos nos saludan con el puño en alto y sonrientes, con la sonrisa espontánea de los que ya son libres.
En el avance de nuestras fuerzas por las inmediaciones de Mediana, a fin de protegerlo de algún ataque por sorpresa del enemigo, ya que los fascistas están apostados en las alturas del otro lado del pueblo, podemos observar la llegada de una caravana de camiones con fuerzas frescas que habían de reforzar la línea rebelde en peligro. Rápidamente se tiende una emboscada. Uno tras otro se aproximan los camiones y entran en el terreno dominado por nuestros soldados. No es preciso disparar un solo tiro. La totalidad de los vehículos son capturados, estando muchos de los mismos cargados de víveres y de municiones.
Hablamos con unas mujeres del pueblo. Una de ellas me dice, señalándome a una pequeña de unos doce años.
-A ésta le fusilaron su madre, porque su padre fue con los republicanos.

Ubicación de fosa común de represaliados por el franquismo
en el cementerio de Mediana.

Fuera de la casa de nuestra interlocutora observamos algún movimiento. Salimos a inquerir de qué se trata. Los soldados de la República, generosos como de costumbre, conducen a la ambulancia a un guardia civil y a un paisano heridos, que se quedaron rezagados al tomar el pueblo nuestras fuerzas.
-Ese guardia civil –dice la mujer que habla conmigo- era uno de los más criminales del pueblo. No hace mucho abofeteó a un anciano porque éste no abominaba de los republicanos.
La pequeña, cuya madre fusilaron los facciosos se acerca a nosotros.
-Hace pocos días estuve en Zaragoza –dice- y no pueden ustedes figurarse las ganas que tiene allí la gente de que entren los soldados republicanos. Todos los días fusilan a muchos obreros en el cementerio de la capital.
Entre mujeres y hombres, fusilaron a setenta y cuatro vecinos de Mediana. A todos los obreros que estábamos afiliados a organizaciones de izquierda, nos tenían apuntados en una lista para fusilarnos. Muchos de los nuestros están en las tropas del Gobierno y otros fueron conducidos a Belchite.
Unos mozos que pasan junto a nosotros añaden:
-Nosotros tuvimos que andar escondidos por las huertas y sólo regresamos cuando el mando fascista dio la orden de que no se fusilara a nadie más.
Pasa el pregonero del pueblo y se para en una esquina de la calle. Después de tocar su típica corneta para atraer la atención de la gente, da lectura, a la siguiente nota:

‘De orden de la autoridad militar, toda la población civil hombres, mujeres y niños, se concentrarán a las dos de la tarde en la iglesia del Pueblo’.

A la hora anunciada, el Comisario de la Brigada habla al vecindario sobre la ayuda que los soldados de la República prestan a los campesinos, haciendo resaltar el hecho de que el Ejército Popular castiga con mano dura a quienes cometen desmanes contra los intereses del Pueblo trabajador.
Como es de suponer que la aviación fascista haga una nueva incursión sobre Mediana, son preparados varios camiones que han de conducir a la población civil a la retaguardia: a Caspe, a Lérida, a Escatrón, a fin de alejarla de la barbarie italoalemana.
El enemigo sigo apostado en las alturas que dominan el Pueblo. Nuestras fuerzas han de continuar avanzando o fortificarse para impedir que los fascistas reconquisten el lugar. Pronto, desde la umbría donde el enemigo se ha refugiado, pica una ametralladora:
-¡Tac, tac, tac! ¡Tac, tac, tac!

Un comisario político se dirige a soldados que van a ayudar a segar (Foto de Francesc Boix).

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