martes, 21 de diciembre de 2010

Tres visiones de un campo de concentración

En la imagen superior se pueden ver tres planos del campo de concentración de Castuera. El plano superior está realizado a partir de la fotografía aérea del lugar y las prospecciones que llevamos a cabo sobre el terreno. El segundo es una representación realizada por un expreso y publicada por Antonio López Rodríguez en su monografía sobre el campo. El tercero es un dibujo realizado sobre un plano oficial de la época.

Como se puede observar, las diferencias entre los tres planos son notables. La memoria distorsiona y recuerda selectivamente, los documentos oficiales (especialmente en dictaduras) tienden a ocultar hechos y a presentar una imagen falsamente positiva de la realidad.

La comparación de estas tres imágenes ayuda a comprender una de las funciones de la arqueología del pasado reciente: descubre cosas que, consciente o inconscientemente, se ocultan (o se idealizan o se transforman) en los discursos escritos y orales que analizan los historiadores. A veces nos pueden parecer triviales, pero debajo de algunas trivialidades se esconden hechos históricos de gran relevancia.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Informe de las excavaciones arqueológicas en Abánades. Campaña de 2010

Ya está disponible el informe de las excavaciones arqueológicas en las trincheras de Abánades. Podéis descargároslo en el siguiente link:

Informe Abánades

viernes, 26 de noviembre de 2010

El lenguaje de las latas - Primera parte



Lata de pastillas Juanolas procedente de Abánades (Guadalajara)

Hola, amigos.
Soy la tapa de un pequeño envase de latón. Fui fabricada en Cataluña para contener las célebres y milagrosas pastillas barcelonesas Juanolas.

Después de un breve espacio de tiempo almacenada, fui destinada al frío frente de Guadalajara donde mis camaradas republicanos me necesitaban para reconfortar sus largas y duras guardias invernales.
Fui a parar al curioso pueblo de Abánades, cuyos cerros, donde estaban situadas nuestras trincheras, superan todos los 1.000 metros de altitud.
Quiero que sepais que soy tan importante o más que un cartucho de Mauser o una bomba de mano. La tos producida por un resfriado mal curado en un pozo de tirador o en una avanzadilla podía ser el pasaporte directo al mas allá. Ahí radica el importantísimo papel que jugué en todos los frentes y que los libros omiten.

Una vez concluida mi misión, ya vacía, triste y resignada, decidí esconderme en un polvorín de Majada Alta donde después de 70 largos años unos amigos me encontraron junto a un par de botones y una pieza metálica que no recuerdo para que servía.

Quiero reivindicar, desde mi nuevo y cómodo hogar, el importantísimo papel desempeñado por las latas en la contienda y nuestro lenguaje, que no todos entienden.

Salud. Nos vemos en Abánades.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Objetos de gran valor


Estos últimos días ha circulado por los medios el siguiente titular: "Arqueólogos del CSIC desentierran objetos de gran valor de la Guerra Civil", a partir de una nota de prensa enviada por la propia institución. Desgraciadamente, ningún medio se ha puesto en contacto con nosotros para que les contáramos lo que realmente hacemos y se han limitado por lo general a resumir (mal) y a descontextualizar la nota de prensa.

Cualquiera que haya seguido este blog sabrá que desenterrar "objetos de gran valor" es precisamente de lo que no trata este proyecto. Encontramos, eso sí, objetos que nos hablan de personas y hechos de un pasado doloroso, objetos que revelan historias íntimas, a veces de sufrimiento, muerte y privaciones, otras de terror, o amor o camaradería.

No reescriben la Gran Historia (la de las batallas y las decisiones políticas), pero nos ayudan a experimentarla de otra manera. Y son una ventana hacia otra historia, que no suele aparecer en los libros: la historia de todos los días, la de los actos cotidianos y triviales (no tan triviales en tiempos de guerra). Es la historia de la gente que no la tiene (a veces porque se la han robado): soldados rasos, mujeres, niños, presos, trabajadores forzados.

Los objetos que excavamos son artefactos humildes -siempre- pero en su humildad tienen un poder enorme. Evocan, rememoran y emocionan. Nos nos dejan olvidar. Y nos permiten conocer de otro modo el pasado violento y dictatorial de España. Porque conocer la historia no es simplemente un proceso intelectual que ocurre en nuestras cabezas. La historia se toca con los dedos y se ve y se escucha. La historia se huele en las trincheras y en las zanjas de los campos de concentración. La historia está en un parte de guerra y en una condena a muerte, por supuesto, pero también en una lata oxidada y un casquillo percutido.

Desde este punto de vista, sí que desenterramos objetos de gran valor. Pero su valor no se mide en términos de mercader de antigüedades ni de historiador erudito. Es el valor de las cosas que realmente importan. Las que hacen sentir, aquí y ahora, la fuerza del pasado.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Leer la tierra

Eso es lo que hacemos -o tratamos de hacer- los arqueólogos. Al excavar identificamos las unidades estratigráficas (UEs) que componen el depósito arqueológico, las documentamos con fichas y las dibujamos. Cada estrato tiene una historia particular: un episodio constructivo (la excavación de una trinchera, por ejemplo), o destructivo (un estrato de incendio, el derrumbe de un muro), la colmatación de un hoyo que ya no se usa... Al seguir los estratos vamos leyendo la historia del sitio que excavamos.

Naturalmente, en un sitio de ocupación tan breve como una trinchera de la Guerra Civil, las historias son poco complejas. Una corta ocupación y un relleno inmediato al acabar la contienda.

En la imagen se puede ver el corte estratigráfico que documentamos al sur de los abrigos. Se observa fácilmente que al excavar las estructuras se destruyó un nivel de época medieval, del que sólo se salvó una estrecha franja: la que coincide con la pared de tierra que separaba ambos abrigos.

Al acabar la guerra, la Estructura 02 se rellenó sobre todo con tierra: los distintos tipos de tierra que se utilizaron para tapar la estructura se perciben en forma de lentejones de diferente textura y color. En la Estructura 01 se arrojaron en cambio gran cantidad de piedras, primero grandes y después de menor tamaño (cascajo).

miércoles, 27 de octubre de 2010

Las palabras y las cosas

La diferencia entre la arqueología del pasado reciente y la de períodos más remotos es la posibilidad que tenemos en el caso de la primera de encontrar descripciones de hechos que después documentamos materialmente. No es que esto ocurra siempre, y de hecho uno de los elementos atractivos de la arqueología del pasado contemporáneo también es descubrir cosas de las que no hay textos ni testimonios orales. Pero cuando éstos existen y se pueden contrastar con el registro arqueológico, el resultado es fascinante.

En uno de los Episodios Nacionales Contemporáneos escrito por Ricardo Fernández de la Reguera en 1957 se narra la historia de Augusto, un soldado falangista que, entre otros lugares, lucha en el pueblo de Abánades en 1937. En la novela se cuentan los intercambios que tuvieron lugar entre italianos y españoles:

"Convivieron varios días con los italianos a los que iban a relevar. Simpatizaron inmediatamente. Los italianos eran cordiales, generososo y un tanto ingenuos. Se entusiasmaban con los objetos más insólitos. Como les sobraba mucho equipo, se hicieron trueques fantásticos. Por un encendedor de mecha, una petaca roñosa o cualquier chuchería cambiaban unos pantalones, una guerrera, un capote, unas botas, los gorros... O les desaparecían al menor descuido en las manos rapaces de los españoles. El batallón de Augusto se metamorfoseó. Llevaba unos atuendos heterogéneos de prendas españolas e italianas".

En este párrafo encontramos la explicación para los elementos italianos que encontramos en la trinchera de Abánades: el casco M-1915/16, las gafas de motorista y la bengala de 25 mm. Sin duda, se trata del resultado de los trueques entre los soldados del CTV y las tropas españolas. Desde este punto de vista, los objetos dejan de ser meros artefactos militares y se convierten en recuerdos personales, testimonios silenciosos de una historia de confraternización en las trincheras

(Agradecemos a Ismael Gallego por proporcionarnos la referencia literaria)

viernes, 22 de octubre de 2010

Y el mortero era...

...un Valero de 81 mm. Nos lo confirma la aparición de una lata para los suplementos de carga de esta arma en la Estructura 02, concretamente en el perfil estratigráfico sur. Aquí están las fotos:

Gracias de nuevo a Rodrigo Gómez por la identificación de la pieza.

Entre las trincheras republicanas del cerro del Rondal y las de Majada Alta, que se encuentran a sólo 400 metros lineales de la fortificación franquista del Castillo, apareció recientemente un proyectil de Valero de 81 mm sin explotar ¿Lo dispararían desde la posición que excavamos?

Fotografía de Jorge Fernández Bricio

En la imagen de abajo podéis ver el dibujo de un proyectil de mortero de 81 mm con la indicación de una de las piezas que nos ha aparecido con más frecuencia durante los sondeos. Si alguien sabe el nombre técnico de la pieza en cuestión, os estaríamos muy agradecidos de que nos lo hicierais saber.

jueves, 21 de octubre de 2010

¿Dónde estaba el mortero?

Distribución de elementos de mortero en el Sector 01. La flecha indica la dirección de donde provienen los hallazgos.

El análisis de los materiales arqueológicos nos permite comprobar patrones que intuíamos durante la excavación. Por ejemplo, la posible ubicación de un mortero. La dispersión de los restos relacionados con el mortero claramente apunta a que la pieza debía de ubicarse justo al sur de la Estructura 01, pues la densidad de los hallazgos es mayor hacia la pared meridional de dicho abrigo.

Entre los materiales se cuentan cinco espoletas, cuatro tapones de rosca y un suplemento de carga (una pieza de plástico con forma de herradura y rellena de pólvora). Los suplementos permitían que los proyectiles de mortero llegaran más lejos. Hemos localizado además otros fragmentos de plástico pertenenecientes a estos suplementos en la Estructura 01 y la trinchera. En la Estructura 01 también tenemos un ejemplar de la tapa que cierra el cartucho de proyección:


El sitio donde hipotéticamente podría situarse el mortero es el Abrigo 05, que está conectado con la Estructura 01 a través de unas escaleras y se encuentra más elevado que el resto de las estructuras:

sábado, 16 de octubre de 2010

Café de trinchera

Uno se imagina a los soldados en una trinchera embarrada tratando de calentar algún brebaje de achicoria en una lata oxidada. Sin duda ese fue el caso en más de una ocasión. Pero no, precisamente, en el cerro del Castillo de Abánades.

En el parapeto hemos recogido varias tacitas de porcelana y vidrio, junto a otros fragmentos pertenecientes a platos y un posible azucarero. Y eso no es todo: también ha aparecido el mecanismo de un molinillo de café. Sabíamos que la alimentación en las trincheras durante la Guerra Civil era bastante mejor que la de los civiles ¡lo que no conocíamos era la calidad de la presentación!

domingo, 10 de octubre de 2010

En tierra hostil

Seguramente los vecinos de Abánades no se sientan muy impresionados al ver las absurdas aventuras del cowboy desactivador de bombas que protagoniza "En Tierra Hostil" (The Hurt Locker, 2008). Su vida cotidiana desde 1936 ha estado marcada por los explosivos. Los vecinos de Abánades han cosechado bombas en sus campos, las han desactivado, las han hecho explotar, las han vendido, las han coleccionado, las han regalado, las han reciclado, las han utilizado de decoración. Han vivido de ellas y con ellas. Y eso, inevitablemente, se deja notar en el paisaje.

Por ejemplo, en el remate del frontón, coronado por una bomba de aviación y varios proyectiles de artillería.

O en el muro de una casa, decorado con granadas Ferrobellum y otros materiales explosivos. Como comentaba alguien, es el sustituto local de los enanos de escayola suburbanos.

Y por supuesto, en el campo, donde siguen apareciendo bombas con cierta frecuencia. Los servicios de recuperación franquistas no estuvieron muy finos en este municipio.

En resumen: ¡este pueblo es la bomba!

jueves, 7 de octubre de 2010

Un laberinto de trincheras

En las imágenes de arriba se pueden ver el plano general de las fortificaciones donde estuvimos trabajando en Abánades y la localización de éstas dentro del complejo del Castillo.

Como sucedió en Europa en la Primera Guerra Mundial, el estancamiento del frente en Guadalajara durante la Guerra Civil llevó a la construcción de auténticas ciudades semisubterráneas, compuestas por kilómetros de trincheras, parapetos, abrigos y fortines.

lunes, 4 de octubre de 2010

Basurología

El arqueólogo estadounidense William Rathje inventó a finales de los años 70 el término "basurología" (en inglés garbology), para referirse a sus investigaciones sobre desechos contemporáneos. Su trabajo consistía en excavar tanto basureros actuales como los cubos de basura de la gente. Sus conclusiones llevaron a importantes cambios en la percepción del consumo, la gestión del desecho y la práctica del reciclaje.

Nosotros no aspiramos a tanto. Pero sí tratamos, como Rathje, de comprender arqueológicamente cómo se forman los depósitos de basura.

Los desechos que hemos encontrado en el campo de concentración de Castuera y la forma en que están depositados difieren bastante de unas zanjas a otras. Las diferencias se perciben especialmente bien en los perfiles estratigráficos, es decir, en las paredes de los sondeos. En las fotografías de abajo podéis ver cómo el proceso de relleno de las zanjas ha sido diferente en la letrina y en la zanja perimetral:


Colmatación de la letrina (sondeo ZL04)

Colmatación de la zanja perimetral principal (ZPBA)

La diferencia fundamental es que la letrina se colmató intencionalmente con rellenos potentes de piedra, tierra y basura. La letrina se iba abriendo y colmatando progresivamente, según se iba usando.

En cambio, la zanja perimetral nunca se rellenó mientras el campo estuvo en uso. Se fue cubriendo después, con las arroyadas que cada año han ido depositando finas capas de sedimento.

Sin embargo, como ya señalamos en otra entrada, la zanja perimetral también recibió basuras. Éstas se extienden sobre todo por el fondo de la trinchera, al contrario que las de la letrina, que aparecen casi desde la superficie hasta la parte inferior de la zanja.

Como las zanjas perimetrales no se cubrían bien de tierra, como la letrina, el recinto del campo debía de parecer un auténtico vertedero. Un castigo y una humillación más para los reclusos.

En una entrada anterior comentábamos además la escasez de vidrio de la zanja perimetral cercana a los barracones, frente a su abundancia en las zonas más apartadas. Una interpretación posible es que el vidrio se arrojaba donde no pudiera ser recogido por los prisioneros, bien para suicidarse, bien para utilizarlo como arma contra sus carceleros.

domingo, 3 de octubre de 2010

Estremeños


Acabamos nuestro trabajo en el campo de concentración de Castuera con un canto de resistencia frente a la deshumanización del totalitarismo. Es un poema del poeta peruano César Vallejo procedente de su libro España, aparta de mí este caliz (1937):

¡Estremeño, y no haber tierra que hubiere
el peso de tu arado, ni más mundo
que el color de tu yugo entre dos épocas; no haber
el orden de tus póstumos ganados!
¡Estremeño, dejásteme
verte desde este lobo, padecer,
pelear por todos y pelear
para que el individuo sea un hombre,
para que los señores sean hombres,
para que todo el mundo sea un hombre, y para
que hasta los animales sean hombres,
el caballo, un hombre,
el reptil, un hombre,
el buitre, un hombre honesto,
la mosca, un hombre, y el olivo, un hombre,
y hasta el ribazo, un hombre
y el mismo cielo, todo un hombrecito!

Castuera: agradecimientos

Con la excavación de Castuera remata nuestra campaña arqueológica de 2010. No queremos despedirnos sin agradecer a las personas que hicieron posible la intervención:

A Antonio López Rodríguez, historiador del campo de concentración de Castuera, por su interés en este proyecto y por su asesoramiento constante, que ha facilitado nuestro trabajo, orientado la excavación y resuelto muchas dudas.

A la Asociación Memorial Campo de Concentración de Castuera (AMECADEC) por sus esfuerzos por preservar la memoria de quienes padecieron la represión franquista en el campo y la propia materialidad del espacio represivo. Sin su lucha por convertir el campo en Bien de Interés Cultural, nuestro trabajo no habría sido posible.

A todas las personas que nos visitaron durante el proceso de excavación. Con su presencia han demostrado la importancia que tiene el estudio arqueológico del pasado reciente más allá de los ámbitos académicos.

Queremos mencionar especialmente a los estudiantes de 2º de Bachillerato del IES Castuera y a los alumnos de 2º de Bachillerato y 4º de la ESO del IES Quintana de la Serena por la atención que demostraron durante su visita al campo. Nuestro agradecimiento a los profesores Antonio Núñez López (IES Castuera) y Mª Carmen Rodríguez Pulgar (IES Quintana de la Serena) por organizar las visitas y por su interés en nuestras investigaciones.

A todos los que asistieron a nuestras charlas informativas y a quienes las organizaron: el Ayuntamiento de Castuera y la AMECADEC.

Al alcalde de Castuera, Francisco Martos, y a la concejala de cultura, Piedad Roso, por entender la importancia de realizar una investigación arqueológica del campo de concentración.

A Antonio Guerra por autorizar la intervención en terrenos de sus propiedad.

A Vicente Contreras (Junta de Extremadura) por la diligencia en la concesión del permiso para realizar sondeos arqueológicos.

viernes, 1 de octubre de 2010

Alambrada de espino

El sondeo que en una entrada anterior describimos como último resultó ser más bien penúltimo. Hoy decidimos abrir uno más. Y con muy buenos resultados.

En la base del sondeo apareció una piqueta de hierro de las que se utilizaban para sujetar el alambre de espino que rodeaba el campo de concentración. Una vez hincada en el suelo mide cerca de 1,80 metros de altura. Tiene enganches para tres hileras de alambre. Esto nos permite hacernos una idea del aspecto que tendría el recinto en su día.


El sondeo deparó más materiales. Entre ellos se encuentran dos nuevas escudillas para el rancho. En la fotografía de abajo podéis ver una en el momento del hallazgo, junto a varias latas.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Misterio arqueológico

Las tumbas que consideramos romanas cuando aparecieron durante la prospección han resultado ser más antiguas. E intrigantes.

Se trata de tres tumbas de inhumación insertas en un túmulo de tierra con encachado de piedra. Por los materiales que nos han aparecido, incluido un colgante de bronce y pasta vítrea de influencia oriental, parece que debemos fechar este particular monumento funerario hace unos 2500 años.

Sólo hay un pequeño problema.

Y es que la gente de esa época raramente practicaba la inhumación. Si bien se conocen túmulos similares en sitios vecinos como La Mata o Cancho Roano, todos ellos contienen enterramientos con urnas y cistas que albergaban las cenizas de los muertos.

¿Quiénes eran las personas que se enterraron aquí?

martes, 28 de septiembre de 2010

Último sondeo


Se nos acaba el tiempo, pero no queremos irnos sin sondear una de las zanjas perimetrales que definían el recinto central del campo de concentración. Hasta ahora las excavaciones las hemos llevado a cabo en áreas periféricas: las letrinas y una zanja que delimitaba una expansión del campo. Volvemos a reproducir el plano del campo con la ubicación de los sondeos, incluido el nuevo (ZPBA):
Los objetivos de este sondeo son fundamentalmente dos: comprobar si aquí se cumplieron los reglamentos de campos de concentración en las medidas de la zanja y si aparece basuras. Por ahora parece que la respuesta es negativa en el primer caso y positiva en el segundo: no se cumplieron las ordenanzas (el foso es muy poco profundo) y sí se arrojó basura (contraviniendo, otra vez, el reglamento). En este caso, el hecho resulta particularmente grave, porque nos encontramos justamente al lado de los barracones donde vivían los presos. La zanja principal se convertiría así en un auténtico foco de infección.

Una cuestión interesante es la diferencia de basuras entre esta zanja y las que localizamos en los extremos de la letrina (ZL02-05) y el foso perimetral del anexo (ZP02): en el nuevo sondeo nos han aparecido muchas latas, pero sólo un fragmento de cristal. Éste resulta, en cambio, abundante en los otros sondeos ¿A alguien se le ocurre por qué puede ser? La (posible) explicación en una próxima entrada.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Contrastes

Sabemos por testimonios orales y escritos que las pésimas condiciones alimenticias de los presos sólo podían ser en parte aliviadas si conseguían licencia para pedir por carta a sus familiares algo de comida. Seguramente esa comida llegaría en pequeñas ollas, como la que le correspondería a la tapadera que hemos encontrado hoy.

Tapadera recuperada en el sondeo zp02, protagonista de alegrías y testigo de sufrimientos

Sin embargo, los presos que no eran de la comarca o de la provincia seguramente no tendrían esa oportunidad, o bien ésta estaría severamente atenuada o espaciada en el tiempo. En la mayoría de los campos de concentración, el traslado a otro campo alejado de tu lugar de origen equivaldría a significar una condena a muerte. Tal es el caso de uno de los presos del campo de Castuera, quien cuenta que a un valenciano amigo suyo “como no le mandaban nada, le enviaron un paquete, se atracó esa noche y se murió”.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Escribir a casa

En lo que llevamos de intervención hemos descubierto dos tinteros completos y partes de al menos otros dos. Una de las actividades que permitía a los presos mantener algo de su humanidad era escribir a sus familiares. Afortunadamente se han conservado varias cartas de reclusos de Castuera. Aunque censuradas, suministran información muy interesante sobre la vida en el campo.

La plumilla, el papel y el tintero, objetos que resultan banales en otro contexto, representan en el campo de concentración un puente entre el universo represivo y el mundo exterior.

La enfermería en el basurero


Hemos comenzado un nuevo sondeo (ZP02) en una zona de la zanja perimetral donde existe un cambio de ángulo marcado. La elección de esta zona viene dada, entre otras cosas, porque pensamos que podía tratarse de una trampa sedimentaria para los materiales arrastrados a lo largo de la zanja y porque se encuentra cerca de una zona de gran concentración de material en superficie. En este plano podéis ver dónde estamos:

Los resultados por ahora están siendo interesantes. Además de la basura habitual (latas, fragmentos de vidrio y de cerámica, algún casquillo), hemos encontrado un número importante de elementos de medicina, entre los que se cuentan una docena de ampollas, restos de tres frascos de medicamento y un tubo de pomada. Todo ello indica que en el campo existió una enfermería, aunque sobre su existencia no hay documentación ni tenemos idea de dónde estaría localizada.

Nos cuenta Antonio López que los enfermos graves eran llevados a un hospital de campaña que se había usado por parte de las tropas franquistas durante la Guerra Civil: la Casa de Elías. La mencionada casa todavía está recubierta de grafitis e inscripciones falangistas.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Tiros a mansalva desde el Castillo de Abánades

Plano de Antonio Franco Fernández

Este es el plano del parapeto aspillerado que excavamos en Abánades con la distribución de casquillos y cargadores. Esta claro que hubo tiros a mansalva (la inmensa mayoría de los casquillos estaban percutidos), pero, curiosamente, los elementos no aparecen distribuidos por igual por todas las aspilleras. La zona de la entrada suministró muchos menos hallazgos, seguramente porque al ser una zona de paso se mantenía más limpia que los laterales.

El recurso del método


Plano de detalle de la zona de sondeos ZL02 a 05, con dispersión de materiales

Plano del sector donde se desarrolla la intervención

Todo totalitarismo tiene su método, aunque sea chapucero. Chapucero como el del dictador que protagoniza la novela de Alejo Carpentier, cuyo título hemos usado en esta entrada. O como el del régimen de Franco. La idea es recurrir a nuestro método (el arqueológico) para desentrañar el suyo (el de la dictadura).

Una parte de nuestra actuación consiste en registrar tridimensionalmente y en fichas todos y cada uno de los objetos que aparecen en superficie y en los sondeos. Esto nos permite comprender mejor el uso real y práctico del campo, más allá de lo que dictaban las ordenanzas y de lo que parecen indicar las estructuras (tan rectas y cartesianas).

Depósito in situ


Un interesante depósito de basura in situ, en el Campo de Concentración de Castuera. Está compuesto por dos escudillas de aluminio, un plato metálico y varias latas. En las cercanías localizamos también una ampolla medicinal.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Más rancho

Las letrinas-basurero siguen siendo fructíferas en cuanto a hallazgos relacionados con el rancho. Hoy hemos encontrado un plato de metal esmaltado junto a un fragmento de cuchara (arriba) y muchas más latas. Son fundamentalmente de atún y sardinas. En la foto de abajo las podéis ver ordenadas:

Nos sigue sorprendiendo día tras día la chapuza concentracionaria. La parte que excavamos ahora de la letrina no es, siquiera, una zanja. Se trata más bien de una serie de pozas irregulares talladas en la roca, donde se acumulan los desechos.

Dos de las pozas excavadas a lo largo de la zanja que servía de letrina y basurero.

Malditos romanos

Los males nunca vienen solos. Al lado de la zanja de la letrina, en la superficie, acabamos de encontrar dos tumbas tardorromanas. Seguramente quedaron parcialmente a la vista durante el aterrazamiento del campo. Encima eran romanos pobres, porque aparecen sin ajuar. Si es que así no se puede trabajar...

¡Actualización! Lee una reinterpretación de estas tumbas aquí.

Maldita Edad del Hierro

Está claro que no hay quien excave un yacimiento de la Guerra Civil tranquilamente. Otra vez nos vemos obligados a perder el tiempo recogiendo basura protohistórica. La culpa realmente no es de los túrdulos y túrdulas que vivían por aquí hace 2500 años. La culpa es de los soldados de Franco que cavaron sus trincheras donde no debían durante la campaña de verano de 1938. A ambos lados de la zanja encontramos abundante cerámica de la Edad del Hierro que, naturalmente, tenemos que documentar. Por qué no nos dejaran en paz con nuestras latas oxidadas y trozos de vidrio...

La trinchera franquista de verano de 1938 (la franja con hierba verde). Es posible que se colmatara ya en 1939 para construir el campo.

Enfermos

Después de las latas, quizá la segunda categoría de materiales más abundante es el de las medicinas. En la imagen se pueden ver vidrios de diversas botellas de medicina, agua oxigenada (los dos fragmentos grandes de la derecha) y una ampolla, quizá de morfina.

Dadas las terribles condiciones de insalubridad, hacinamiento y falta de alimentación de los prisioneros, las enfermedades estaban a la orden del día. Muchos de los reclusos (cientos de ellos) fallecieron en el campo a causa de ellas.

Hay que tener en cuenta que este estado de postración de los presos republicanos, sometidos a todo tipo de privaciones y presa de toda clase de epidemias, contribuyó a afianzar los estereotipos del régimen franquista respecto a los vencidos. El médico Vallejo-Nájera, por ejemplo, aplicó las teorías racistas de la medicina y psiquiatría nazis al caso español. Donde el erudito alemán de turno escribía "judío", Vallejo-Nájera ponía "rojo". De este modo, en su descripción de los republicanos se alude a éstos como enfermos y degenerados que debían ser objeto de purificación (incluido el exterminio) para preservar la raza española.

Cualquiera que tuviera ocasión de contemplar a los cadáveres vivientes que poblaban los campos de concentración españoles no podría por menos que dar la razón a Vallejo-Nájera: los rojos son, irremediablemente, unos enfermos.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Rancho

Hoy hemos encontrado en la zanja de la letrina dos escudillas de las que se utilizaban para comer el rancho. Son similares a las usadas por los soldados durante la guerra, lo cual es lógico: los campos de concentración eran establecimientos militares que prolongaban las condiciones de guerra en tiempo de paz. En muchos campos era habitual que se diera a los prisioneros una sopa aguada o unas lentejas, que apenas les servían para mantenerse en pie. En Castuera se repartían dos comidas al día, aunque la primera (un sucedáneo de café y un chusco de pan) difícilmente merece tal nombre.

martes, 21 de septiembre de 2010

Basura

Arriba, basura recogida del sondeo ZL02. Abajo, latas in situ en el sondeo ZL02.

La basura de un campo de concentración es tremendamente monótona. Latas, abrelatas, fragmentos de botella, clavos y elementos de construcción de los barracones. En cualquiera de nuestros cubos de basura hay más variedad de desechos un día cualquiera, que la que se documenta en el vertedero del campo de Castuera en todo el año de su existencia. Una existencia gris y miserable que se refleja en un registro arqueológico igualmente gris y miserable.