domingo, 21 de junio de 2009

Prospección de superficie

Vidrios aparecidos en el entorno de trincheras durante la prospección de superficie. Muchos de ellos pertenecen sin duda al período de la Guerra Civil.

Hemos acabado el trabajo de laboratorio. Dejamos para el final el análisis de los materiales procedentes de la prospección de superficie. De los 370 artefactos registrados en el campo, sólo hemos catalogado y conservado 69: bien porque están claramente ligados a la Guerra Civil, bien porque se trata de restos arqueológicos más antiguos (algunas porcelanas del siglo XIX, cerámicas vidriadas de los siglos XVIII-XIX).

Porcelanas del siglo XIX de la Dehesa de la Villa.

Objetos que sin duda corresponden a los hechos bélicos son los siguientes: 9 fragmentos de metralla (dos de ellos de grandes dimensiones); 1 fragmento de metralla de granada; 9 balas de calibres variados (7 mm, 7.92, 8 mm y 10.4 mm Vetterli) y 1 casquillo de 7 mm.

Dos fragmentos de proyectiles de artillería localizados durante la prospección de superficie.

La distribución de los materiales nos habla más de los procesos posdeposicionales (es decir, lo que ha sucedido después de la guerra), que sobre la guerra misma. La mayor parte de los artefactos militares aparecen en el parque situado al norte de la UNED y la Facultad de Informática, que es también donde se conservan los mejores tramos de trinchera. En concreto, es en el tercio occidental donde hemos identificado más balas, lo cual es lógico porque es la parte más expuesta al frente.

En la zona de la Dehesa de la Villa han aparecido dos balas y tres fragmentos de metralla, lo que la sitúa en el segundo lugar en cuanto a hallazgos bélicos. Deberían haber aparecido más, pero dada la gran actividad humana en el entorno (incluida la de los buscadores de reliquias militares), explica nuestros limitados descubrimientos.

El área del Clínico es la que ha suministrado menos elementos claramente relacionados con la Guerra Civil: dos fragmentos de metralla de artillería y un fragmento de granada. En este caso, el reducido número de objetos se explica por el aporte de escombros de posguerra y el intenso ajardinamiento, que sepultaron las trincheras y ocultaron los desechos bélicos.

Fotografía de Google Earth de las trincheras localizadas al norte de la Facultad de Informática con superposición de hallazgos. Los símbolos rosas indican cerámica; los verdes, vidrio; los amarillos, fragmentos de metralla, y el rojo, bala. La gran acumulación de cerámica datable en el siglo XIX o inicios del XX en esta zona quizá indique la existencia de alguna estructura agropecuaria.

lunes, 15 de junio de 2009

En las trincheras del Jarama

Las trincheras del Jarama bajo el tórrido sol de junio.

El pasado sábado estuvimos visitando las fortificaciones relacionadas con la Batalla del Jarama que se conservan en Rivas Vaciamadrid. Nos hicieron de guía tres grandes conocedores de los restos bélicos, Jacinto Arévalo, José María Fernández Tavera y Julián González Fraile, que pertenecen a las asociaciones Espacios para la Memoria y Gefrema. Desde hace varios años están realizando un trabajo ejemplar de catalogación, estudio, difusión y puesta en valor de los numerosos vestigios de la contienda existentes en el término municipal de Rivas. Entre otras cosas, organizan un campo de trabajo (Un río con nombre de batalla) en el que participan jóvenes de diversos países. En la página de Gefrema podéis encontrar información para el programa de este año (27 de junio - 5 de julio).

Uno de los abrigos con ramal de acceso. Bastante mejor conservado que los de la Ciudad Universitaria (pero es que las arenas pleistocénicas no son como los yesos del Jarama).

Las trincheras se encuentran en un estado de conservación impresionante: las paredes excavadas en el yeso se mantienen perfectamente verticales 70 años después del final de la guerra. En algunos sitios incluso se observan las marcas de los picos. Al tratarse de zonas despobladas, además, las estructuras militares no se colmataron ni se destruyeron, al contrario de lo que sucedió en la Ciudad Universitaria. Al igual que en la Universidad, sin embargo, los restos que hoy en día se pueden contemplar no tienen que ver con la Batalla del Jarama propiamente dicha, que se desarrolló durante 19 fatídicos días de febrero de 1937, si no con la posterior estabilización y fortificación del frente.

Detalle del zigzag de una de las trincheras.

Una de las cosas que llaman la atención es que, en una zona relativamente reducida, resulta posible visitar una gran variedad de elementos defensivos (trincheras, ramales, refugios, fortificaciones de hormigón), lo cual supone un valor añadido desde el punto de vista didáctico. Por si los restos que se conservan no fueran suficientes para hacernos una idea de cómo era el frente, el equipo de Espacios para la Memoria ha reconstruido algunos tramos de trinchera con sacos terreros. El resultado es magnífico. El problema: cómo evitar que los sacos se degraden rápidamente a la intemperie.

Jacinto Arévalo explica a Alicia y Peter la estructura desde donde se lanzaban granadas. Al fondo, Julián González tomando una fotografía.

No lejos de las trincheras se encuentra el Puente de Arganda, que sobrevivió a la guerra, aunque tuvo que ser parcialmente reconstruido. Del conflicto conserva cicatrices en forma de impactos de bala parecidos a los que nosotros hemos documentado en la Facultad de Farmacia.

Barandilla del Puente de Arganda con huellas de impacto de bala.

Aprovechamos esta entrada para agradecer a nuestros guías sus detalladas explicaciones y esperamos que su proyecto de puesta en valor de los restos siga adelante con éxito.

viernes, 12 de junio de 2009

Laboratorio

Siglando balas. Afortunadamente las cajas que aparecen al fondo no son nuestras

Hoy acabamos de siglar y revisar los materiales aparecidos durante la prospección con detector de metales: muchas balas, algunos casquillos y unos cuantos fragmentos de metralla.

Foto de familia de las balas y casquillos descubiertos con detector. Faltan las balas de 7.92 mm que están muy corroídas por el óxido

Aunque vistas en conjunto impresionan, si dividimos el total de balas por los días que duró el asedio, nos sale a un disparo de fusil cada cinco días. Vamos, que esto no fue el desembarco de Normandía. Sin embargo, siempre que limpiamos y catalogamos material encontramos nuevos elementos que nos ayudan a comprender la microhistoria de la trinchera. Hemos podido observar que si en el Abrigo 2 disparaban con Mosin Nagant, en el Abrigo 1 se defendían sobre todo con máuseres de 7 mm. Aunque junto a este abrigo también aparece algún casquillo de Mosin y de 0.303, sólo los de 7 mm se encuentran percutidos. También puede ser que al que le tocó el máuser nacional fuera de gatillo fácil. Pero eso me temo que nunca lo sabremos. La arqueología tiene sus límites.