viernes, 18 de septiembre de 2009

Arqueologia del fusilamiento

Cuando se piensa en la arqueología de la Guerra Civil Española, lo primero que viene a la mente son las exhumaciones de represaliados políticos. Es lógico que sea así por su enorme importancia social y política, así como por la cantidad de intervenciones que se realizan. Sin embargo, al centrarnos exclusivamente en la fosa donde fueron a parar los cuerpos de las víctimas de la violencia, perdemos de vista todo el proceso represivo, que incluye naturalmente esas fosas y cunetas, pero también cárceles, cuarteles, paredones y cementerios.

La arqueología nos permite acercarnos a esos otros escenarios siniestros de la represión. Así, en una intervención arqueológica reciente en el castillo de San Felipe (Ferrol), que ha coordinadado Rebeca Blanco Rotea (IEGPS-CSIC), han aparecido trazas de esos otros elementos del calvario por el que pasaron muchos represaliados.

El castillo de San Felipe es un fuerte costero erigido a fines del siglo XVI a la entrada de la Ría de Ferrol. Fue reformado en varias ocasiones y durante la Guerra Civil se transformó en un campo de concentración por el que pasaron miles de prisioneros políticos. Muchos de ellos acabaron sus días allí, ejecutados en el foso de la fortaleza. Entre las personas asesinadas por motivos exclusivamente políticos se encuentran, entre otros, una mujer de 27 años, Amada García Rodríguez, fusilada a los tres meses de dar a luz en cautiverio.

Durante la intervención coordinada por Rebeca Blanco se documentaron múltiples impactos de bala en los muros que flanquean el foso del castillo - conocido como Foso de los Fusilamientos. Es más, al realizar sondeos en el foso se localizaron varios proyectiles y casquillos que dan testimonio del terrible uso al que se destinó este espacio durante la Guerra Civil.

Sondeo arqueológico en el Foso de los Fusilamientos en el que se localizaron varias balas y casquillos. Al fondo, muro impactado por proyectiles.

Proyectiles de 7 mm del Foso de los Fusilamientos - iguales a los que hemos encontrado en nuestra trinchera, pero empleados para asesinar a gente indefensa. En las guerras civiles se difumina la diferencia entre combatientes y no combatientes.

Los restos de proyectiles e impactos, cuidadosamente documentados, ofrecen un testimonio tangible y escalofriante de la brutal represión franquista en la provincia de A Coruña - una provincia en la que no hubo oposición armada a la sublevación. Sólo en Ferrol se asesinó a 710 personas entre 1936 y 1939.

Además de fosas comunes y campos de batalla, la arqueología de la Guerra Civil debería también analizar las trazas sutiles del horror que se conservan en las tapias de los cementerios y los patios de las cárceles.

Postdata

Al poco de publicar esta entrada, José Ignacio Barrera Maturana, del Laboratorio de Arqueología y Arquitectura de la Ciudad de Granada, nos hizo llegar una interesante página web en la que se describen los impactos de bala de la Guerra Civil en la tapia del cementerio de Granada. Se solicita además en esa web -con toda la razón- que se reconozca la tapia como lugar histórico. El caso de este cementerio resulta especialmente interesante, pues los familiares de los fusilados grabaron pequeñas cruces en la pared junto a los impactos de los proyectiles. Se trata de un testimonio estremecedor de la represión que bien merece ser protegido y divulgado.

martes, 11 de agosto de 2009

Haciendo helados en la trinchera


Siguiendo una vieja tradición del equipo de Atapuerca, a falta de datos nuevos nos sacamos de la manga un hallazgo de la excavación de hace nueve meses para seguir en el candelero durante el verano. Y qué mejor hallazgo que el que ahora presentamos.

En el Abrigo 2, que es -recordamos- el puesto de tiro por excelencia de la trinchera y en el que apareció el número más elevado de casquillos y balas, encontramos en la Unidad Estratigráfica 13 (es decir, la capa de tierra con que se rellenó la estructura al acabar la guerra) una pieza metálica con aspecto de bisagra.

En su momento consideramos que podría ser parte de algún artilugio bélico o quizá de una caja de munición. En el laboratorio, sin embargo, nos dimos cuenta que tenía un perfil ligeramente curvo. Y no existen, que sepamos, cajas de munición cilíndricas. Después de numerosas y arbitrarias búsquedas por rincones insospechados de internet (todos legales) acabamos por identificar la pieza.

Se trata de la bisagra de una heladora manual marca ELMA.

La heladora completa (todocoleccion.net)

¿Se hacían polos de fresa los soldados republicanos para luchar contra el tremendo calor veraniego? Porque hay enemigos a los que no se los puede combatir con fusiles.

martes, 14 de julio de 2009

Huesos bajo el césped


Junto al Faro de Moncloa -esa torre metálica que se alza tras el Arco de la Victoria en la fotografía- han aparecido hoy restos humanos durante la realización de unas obras. Todavía no se sabe si pertenecen a la Guerra Civil, pero todo hace pensar que sí, pues el Faro de Moncloa se encuentra en una de las zonas más batidas de la Ciudad Universitaria durante todo el conflicto. Probablemente, si además de llamar a la policía, los encargados de la obra contactaran con arqueólogos, tendríamos más posibilidades de saber a qué periodo corresponden los restos y cómo acabaron ahí. La aparición de huesos humanos en el Campus de Moncloa y su entorno es relativamente habitual. Por ejemplo, en febrero de 2007 se localizaron restos de posibles combatientes durante unas remociones de tierras en las pistas de deportes de Cantarranas.


Al contrario que las exhumaciones de represaliados, la recuperación de los cadáveres de soldados en campos de batalla -casi siempre de forma fortuita- no suele generar mucha atención mediática. Tampoco se sigue un proceso estricto de documentación e identificación de los restos y su contexto. Esto es doblemente lamentable: en primer lugar, porque esas personas tienen seguramente familiares vivos en la actualidad, que quizá estarían interesados en dar una sepultura digna a sus parientes. Si no es posible identificar los cadáveres, en cualquier caso merecen un entierro mejor que unas dependencias policiales o un osario anónimo. En segundo lugar, porque si los huesos acaban sus días en algún lugar desconocido nos quedamos sin valiosos datos históricos que nos podrían ayudar a conocer mejor distintos aspectos de la Guerra Civil.


La fotografía que ilustra esta entrada es significativa. El Arco de la Victoria es parte de la escenografía franquista construida para ofrecer una imagen gloriosa de la "cruzada" y del nuevo régimen. Con la tramoya monumental se pretendía sepultar el recuerdo de la guerra en la Ciudad Universitaria y camuflar sus cicatrices. Sin embargo, hallazgos como el de hoy demuestran una vez más que los muertos se resisten a permanecer en el olvido. Como las trincheras y los agujeros de bala que registramos durante nuestros trabajos, los huesos son parte del espectro de la Historia que acecha, cada día, bajo la aparente normalidad del campus.


domingo, 21 de junio de 2009

Prospección de superficie

Vidrios aparecidos en el entorno de trincheras durante la prospección de superficie. Muchos de ellos pertenecen sin duda al período de la Guerra Civil.

Hemos acabado el trabajo de laboratorio. Dejamos para el final el análisis de los materiales procedentes de la prospección de superficie. De los 370 artefactos registrados en el campo, sólo hemos catalogado y conservado 69: bien porque están claramente ligados a la Guerra Civil, bien porque se trata de restos arqueológicos más antiguos (algunas porcelanas del siglo XIX, cerámicas vidriadas de los siglos XVIII-XIX).

Porcelanas del siglo XIX de la Dehesa de la Villa.

Objetos que sin duda corresponden a los hechos bélicos son los siguientes: 9 fragmentos de metralla (dos de ellos de grandes dimensiones); 1 fragmento de metralla de granada; 9 balas de calibres variados (7 mm, 7.92, 8 mm y 10.4 mm Vetterli) y 1 casquillo de 7 mm.

Dos fragmentos de proyectiles de artillería localizados durante la prospección de superficie.

La distribución de los materiales nos habla más de los procesos posdeposicionales (es decir, lo que ha sucedido después de la guerra), que sobre la guerra misma. La mayor parte de los artefactos militares aparecen en el parque situado al norte de la UNED y la Facultad de Informática, que es también donde se conservan los mejores tramos de trinchera. En concreto, es en el tercio occidental donde hemos identificado más balas, lo cual es lógico porque es la parte más expuesta al frente.

En la zona de la Dehesa de la Villa han aparecido dos balas y tres fragmentos de metralla, lo que la sitúa en el segundo lugar en cuanto a hallazgos bélicos. Deberían haber aparecido más, pero dada la gran actividad humana en el entorno (incluida la de los buscadores de reliquias militares), explica nuestros limitados descubrimientos.

El área del Clínico es la que ha suministrado menos elementos claramente relacionados con la Guerra Civil: dos fragmentos de metralla de artillería y un fragmento de granada. En este caso, el reducido número de objetos se explica por el aporte de escombros de posguerra y el intenso ajardinamiento, que sepultaron las trincheras y ocultaron los desechos bélicos.

Fotografía de Google Earth de las trincheras localizadas al norte de la Facultad de Informática con superposición de hallazgos. Los símbolos rosas indican cerámica; los verdes, vidrio; los amarillos, fragmentos de metralla, y el rojo, bala. La gran acumulación de cerámica datable en el siglo XIX o inicios del XX en esta zona quizá indique la existencia de alguna estructura agropecuaria.

lunes, 15 de junio de 2009

En las trincheras del Jarama

Las trincheras del Jarama bajo el tórrido sol de junio.

El pasado sábado estuvimos visitando las fortificaciones relacionadas con la Batalla del Jarama que se conservan en Rivas Vaciamadrid. Nos hicieron de guía tres grandes conocedores de los restos bélicos, Jacinto Arévalo, José María Fernández Tavera y Julián González Fraile, que pertenecen a las asociaciones Espacios para la Memoria y Gefrema. Desde hace varios años están realizando un trabajo ejemplar de catalogación, estudio, difusión y puesta en valor de los numerosos vestigios de la contienda existentes en el término municipal de Rivas. Entre otras cosas, organizan un campo de trabajo (Un río con nombre de batalla) en el que participan jóvenes de diversos países. En la página de Gefrema podéis encontrar información para el programa de este año (27 de junio - 5 de julio).

Uno de los abrigos con ramal de acceso. Bastante mejor conservado que los de la Ciudad Universitaria (pero es que las arenas pleistocénicas no son como los yesos del Jarama).

Las trincheras se encuentran en un estado de conservación impresionante: las paredes excavadas en el yeso se mantienen perfectamente verticales 70 años después del final de la guerra. En algunos sitios incluso se observan las marcas de los picos. Al tratarse de zonas despobladas, además, las estructuras militares no se colmataron ni se destruyeron, al contrario de lo que sucedió en la Ciudad Universitaria. Al igual que en la Universidad, sin embargo, los restos que hoy en día se pueden contemplar no tienen que ver con la Batalla del Jarama propiamente dicha, que se desarrolló durante 19 fatídicos días de febrero de 1937, si no con la posterior estabilización y fortificación del frente.

Detalle del zigzag de una de las trincheras.

Una de las cosas que llaman la atención es que, en una zona relativamente reducida, resulta posible visitar una gran variedad de elementos defensivos (trincheras, ramales, refugios, fortificaciones de hormigón), lo cual supone un valor añadido desde el punto de vista didáctico. Por si los restos que se conservan no fueran suficientes para hacernos una idea de cómo era el frente, el equipo de Espacios para la Memoria ha reconstruido algunos tramos de trinchera con sacos terreros. El resultado es magnífico. El problema: cómo evitar que los sacos se degraden rápidamente a la intemperie.

Jacinto Arévalo explica a Alicia y Peter la estructura desde donde se lanzaban granadas. Al fondo, Julián González tomando una fotografía.

No lejos de las trincheras se encuentra el Puente de Arganda, que sobrevivió a la guerra, aunque tuvo que ser parcialmente reconstruido. Del conflicto conserva cicatrices en forma de impactos de bala parecidos a los que nosotros hemos documentado en la Facultad de Farmacia.

Barandilla del Puente de Arganda con huellas de impacto de bala.

Aprovechamos esta entrada para agradecer a nuestros guías sus detalladas explicaciones y esperamos que su proyecto de puesta en valor de los restos siga adelante con éxito.

viernes, 12 de junio de 2009

Laboratorio

Siglando balas. Afortunadamente las cajas que aparecen al fondo no son nuestras

Hoy acabamos de siglar y revisar los materiales aparecidos durante la prospección con detector de metales: muchas balas, algunos casquillos y unos cuantos fragmentos de metralla.

Foto de familia de las balas y casquillos descubiertos con detector. Faltan las balas de 7.92 mm que están muy corroídas por el óxido

Aunque vistas en conjunto impresionan, si dividimos el total de balas por los días que duró el asedio, nos sale a un disparo de fusil cada cinco días. Vamos, que esto no fue el desembarco de Normandía. Sin embargo, siempre que limpiamos y catalogamos material encontramos nuevos elementos que nos ayudan a comprender la microhistoria de la trinchera. Hemos podido observar que si en el Abrigo 2 disparaban con Mosin Nagant, en el Abrigo 1 se defendían sobre todo con máuseres de 7 mm. Aunque junto a este abrigo también aparece algún casquillo de Mosin y de 0.303, sólo los de 7 mm se encuentran percutidos. También puede ser que al que le tocó el máuser nacional fuera de gatillo fácil. Pero eso me temo que nunca lo sabremos. La arqueología tiene sus límites.

sábado, 23 de mayo de 2009

Una trinchera muy limpia

Vidrio procedente del Abrigo 1. Las botellas de vino son de un picnic de los años 60. El vidrio azul y el de cerveza (arriba derecha) pueden ser de la guerra.

La limpieza, siglado y análisis de los materiales procedentes de nuestra excavación está llegando a su fin. Ahora tenemos ya una visión clara de conjunto de lo que hemos encontrado. En otra entrada señalamos que los casquillos eran escasos en la posición y lo atribuíamos al reciclado de material de guerra -que aparece reflejado en documentos de la época. La verdad es que los objetos no bélicos tampoco resultan precisamente abundantes. La cantidad de latas y botellas que descubrimos en la excavación es muy reducida. Esto se debe seguramente a dos motivos: el primero es que los materiales relacionados con la alimentación y otras actividades no bélicas también se reciclaban (lo que indica la penuria de las líneas republicanas). Nuestras compañeras historiadoras han descubierto documentos en los archivos en los que se ordena a las tropas de este sector que recojan botes vacíos de leche condensada y otros envases. No es casual que hayamos encontrado la tapa de una lata de "La Lechera", pero no el resto del recipiente. Tampoco es casual que el poco vidrio que se documenta esté sumamente fragmentado. Sólo nos encontramos lo que no se puede reciclar.

A la izquierda, dos latas de sardinas de la Guerra Civil, una de ellas (arriba) abierta a bayoneta. Son de las mejor conservadas. A la derecha, tapa de una lata de leche condensada.

La otra razón por la que no encontramos muchos artefactos es que la trinchera que estudiamos es de larga duración. Cuando uno sabe que va a estar en una posición poco tiempo -por ejemplo, en frentes móviles como los de la Batalla del Jarama o Guadalajara-, no se preocupa ni en reciclar el material ni en arrojarlo en lugares acondicionados a tal efecto (o sea, basureros). Por eso delante de las trincheras de zonas "calientes" (o detrás) suelen aparecer multitud de latas y botellas rotas. Pero cuando una fortificación es estable y los soldados saben que tendrán que pasar semanas o meses en ella, lo último que les apetece es vivir rodeados de porquería. Entre otras cosas, porque ello colabora a transmitir enfermedades. El resultado, en nuestro caso, es una trinchera (desgraciadamente) muy limpia.

lunes, 18 de mayo de 2009

Congreso Internacional Landscapes of War


En nuestro intento de seguir difundiendo nuestro trabajo, una parte del equipo expondrá en Valencia una comunicación sobre la Facultad de Farmacia como paisaje de guerra olvidado el próximo 28 de mayo en el congreso internacional Landscapes of War coordinado por la Federació Valenciana de Municipis i Províncies (FVMP) y el Consell Valencià de Cultura (CVC). El proyecto Landscapes of War es una iniciativa europea que pretende mejorar el conocimiento público a través de la compilación e inventariado del patrimonio bélico del siglo XX en la Unión Europea.

martes, 5 de mayo de 2009

Uniendo los puntos

Una imagen de la base de datos de la excavación

Analizar los datos de una excavación es una labor complicada y que requiere mucha paciencia, incluso cuando la superficie intervenida no es muy grande. Pero es también una tarea apasionante: unimos los datos de los inventarios, las descripciones de las piezas y los planos de distribución y comienza a dibujarse una historia que (más o menos) tiene sentido.

Hoy hemos comenzado la ingrata tarea de limpiar y siglar los materiales de la excavación - es decir, escribir sobre ellos un código que permite identificarlos en nuestra base de datos y recuperar toda la información pertinente sobre ellos. Es un trabajo monótono pero imprescindible, entre otras cosas porque los objetos, cuando queden depositados en un museo, deben seguir siendo utilizables y reinterpretables por otros investigadores.

Al siglar comprobamos la tipología del material (si un casquillo pertence a un Mosin Nagant o un Lebel, por ejemplo) y las trazas de su uso: si una bala está impactado o no y cómo, si tiene estrías (que demostrarían que se ha disparado), si éstas son más o menos profundas (lo que revela el estado del ánima del fusil o ametralladora). Al introducir los datos en nuestra base, hemos podido confirmar que en el Abrigo 2 aparecieron la mayor parte de los casquillos - el 75%, para ser exactos - localizados en la excavación. Esto corrobora nuestra impresión de que el abrigo constituía la principal posición de tiro de la trinchera. No es casual, por lo tanto, que posea la mejor visibilidad de toda la fortificación.

Pero además hay otro dato interesante: en este sitio aparecieron dos casquillos antiguos de gran calibre: uno de Vetterli y otro de Remington (que, como ya hemos indicado en otra entrada, son armas del último cuarto del siglo XIX) y dos balas no disparadas de Vetterli. Al comprobar su posición estratigráfica, nos damos cuenta de que aparecen en estratos más superficiales (UE 11 y 13) que las balas de Mosin (UE 33, sobre todo). Aunque parece una situación ilógica - lo más antiguo se supone que aparece más profundo - no tiene porque serlo necesariamente.

En realidad, los proyectiles de Mosin Nagant pertenecen en su mayoría a la última fase de uso de la trinchera, cuando el armamento ruso predominaba en el ejército republicano. Seguramente hemos de pensar que la mayor parte de ellos se dispararon en un momento tardío, quizá en 1939. Esto lo deducimos porque aparecen fosilizados sobre el suelo del Abrigo 2, donde quedaron sepultados tras el abandono de la trinchera. Si el Mosin se hubiera disparado en enero de 1937, pongamos por caso, es muy difícil que hubieran llegado hasta nosotros los casquillos in situ: se habrían reutilizado o arrojado fuera del abrigo.

En cambio, los proyectiles de Vetterli y Remington son de momentos iniciales de la guerra, cuando un ejército poco organizado y peor surtido recurría a cualquier tipo de armas para hacer frente a los sublevados. Pero ¿por qué aparecen en superficie? Sencillamente, porque cuando las tropas republicanas usaban Vetterli y Remington la trinchera no existía. Los proyectiles son seguramente el testimonio de los combates en torno a Puerta de Hierro en noviembre de 1936, varios meses antes de que la trinchera se excavase. Significativamente, detrás de la zanja apareció en prospección un fragmento de granada rusa (que revela combates a corta distancia) y otro proyectil de Vetterli. Es posible que los casquillos y balas antiguos del Abrigo 2 estén desplazados por las obras de excavación de la trinchera y las posteriores erosiones y colmataciones. Por eso, precisamente, aparecen arriba y no en fondo.

Así, poco a poco, vamos tratando de desenmarañar el palimsesto arqueológico de la trinchera.

miércoles, 29 de abril de 2009

Jornadas científicas: Arqueología del Conflicto


En el marco de las II Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica que tendrán lugar del 6 al 8 de mayo en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense, investigadores de este proyecto presentarán una comunicación sobre los sondeos arqueológicos en la trinchera de la Ciudad Universitaria. La sesión "Arqueología del Conflicto" en la que se enmarca la organizan Xavier Rubio (DIDPATRI, Universitat de Barcelona) y Manuel Sánchez Elipe (Prehistoria, UCM) y tendrá lugar el viernes 8 entre las 9:30 y las 13:00. Estáis todos invitados.

Para más información: http://jia2009.blogspot.com/

miércoles, 8 de abril de 2009

España no acaba donde empieza el mar...


Carátula original del documental "Arrhash (veneno)", de Tarik El Idrissi y Javier Rada

Resulta que no sólo el ejército italiano de Mussolini tiene el dudoso honor de haber bombardeado a los rebeldes y a la población civil con gas mostaza, como pudimos comprobar en Etiopía. Fue el ejército colonial español, en época de Alfonso XIII y del dictador Miguel Primo de Rivera, el primero del mundo en realizar bombardeos con aviación sobre población civil y el segundo en matar civiles con armas químicas (el primero fue Inglaterra en Iraq en 1919). Utilizaron gas mostaza en el Rif rebelde entre 1923 y 1927.

Esto es algo que lxs historiadorxs Maria Rosa de Madariaga y Carlos Lázaro Ávila (2003), por un lado, y Sebastian Balfour (2002), por otro, sacaron a la luz en sendas publicaciones científicas y que el rifeño Tarik El Idrissi y el español Javier Rada están dando a conocer en múltiples y diversos foros a través de su documental "Arrhash (veneno)". Algunos de nosotros pudimos verlo este sábado 4 de abril en la "Casa del Barrio de Carabanchel", en un videoforum sobre la fábrica de armas de La Marañosa (San Martín de la Vega, Madrid) organizado por la Plataforma contra el complejo químico-nuclear de La Marañosa y el Grupo Antimilitarista de Carabanchel. Fue en este lugar, hoy en pleno Parque Regional del Sureste, donde se fabricó la ingente cantidad de gas mostaza (iperita) que se utilizara contra la población rifeña.

La Fábrica Nacional de "La Marañosa" la mandó construir Alfonso XIII en 1923 tras el desastre de Annual (1921), donde 10000 soldados españoles murieron a manos de los rebeldes rifeños, dirigidos por Abd el-Krim. Alemania, que había suministrado hasta ese momento armas químicas al ejército español, fue quien ayudo a su construcción. Tanto la fabricación como el uso de armas químicas habían sido ilegalizados por el Tratado de Versalles en 1919, al concluir la Primera Guerra Mundial. Aún así España y Alemania firmaron un tratado secreto. Todos estos sucesos, asi como sus fatales consecuencias fueron silenciados sistemáticamente, salvo alguna excepción como fue la novela de Ramón J. Sender Imán, donde el autor contó su experiencia como soldado en la campaña africana entre 1922 y 1924.

La estrategia seguida a partir del desastre de Annual por el ejército español para la conquista del territorio que Francia le otorgara en el norte de África en 1912 fue novedosa y extremadamente cruel: se empleó indiscriminada y sistemáticamente iperita contra civiles, en zocos en horas de máxima afluencia, sobre campos de cultivos, rebaños de ganado y depósitos de agua. Hoy en día El Rif es la zona de Marruecos con más altos índices de cancer. Pero no existen datos oficiales sobre este hecho ya que el Estado marroquí ha impedido la realización de encuestas en este sentido. Además, prácticamente ya no quedan supervivientes de aquellos hechos. Un miembro de una asociación de víctimas declaraba con ironía en un momento del documental "Arrhash" que probablemente ni España ni Marruecos estuvieran interesados en dar luz sobre esta cuestión actualmente ya que tienen entre manos problemas más importantes, como el Sáhara y la pesca: "¡los rifeños son menos importantes que las sardinas!". Y es que Marruecos también colonizó en su momento El Rif.

Grupo de Regulares con una bandera arrebatada a los rebeldes rifeños. La victoria española contribuyó a que el uso de armas químicas no se hiciese público. Autor: Jalle

La tradición oral sobre el veneno, como llaman en el Rif al gas mostaza, es muy fuerte, pero apenas quedan supervivientes. Lo que sí permanece, una vez más, es la memoria material; no-lugares, paisajes estériles, manantiales aún intoxicados, etc., lo que probablemente haya convertido ciertos emplazamientos en lugares de la memoria abyecta.

Una vez más la arqueología del pasado contemporáneo tiene un campo de estudio muy fructífero ante sí. Y otra vez la arqueología se puede revelar como una herramienta para la crítica y la acción. Cuando los discursos oficiales niegan la evidencia y maltratan a la gente, este tipo de arqueología se convierte en denuncia, lo que la hace perfectamente válida por científica, honesta y comprometida.

De Madariaga, M R y Lázaro Ávila, C (2003): Guerra Química en el Rif (1921-1927). Revista de Historia 16, nº324, Abril.

Balfour, S (2002): Abrazo mortal: de la guerra colonial a la Guerra Civil en España y Marruecos (1909-1939). Barcelona, Ed. Península.

miércoles, 1 de abril de 2009

El mes de las masacres

La Ciudad Universitaria al acabar la guerra. Fotografía de Albert Louis Deschamps.

El 1 de abril de 1939 acabó oficialmente la Guerra Civil Española con el famoso parte de guerra de Franco ("En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo..."). Pero con el final de la guerra no acabó la violencia: continuaron los asesinatos y las ejecuciones, los encarcelamientos masivos, la represión política y las operaciones militares (contra el maquis).

Aunque la guerra finalizó el 1 de abril, las tropas franquistas habían entrado en Madrid varios días antes, el 28 de marzo. Los soldados republicanos que aún defendían la Ciudad Universitaria dejaron las armas después de resistir dos años y medio de asedio. Muchos acabarían en campos de concentración o ante el pelotón de fusilamiento. El fascismo no perdona, aunque sea un fascismo católico.

El mes de abril de 1939, mientras en España se sucedían los fusilamientos y los presos morían de enfermedades, hambre y torturas en las prisiones, los aliados italianos de Franco se afanaban en aniquilar a sus propios enemigos. Fue en estas mismas fechas cuando el valeroso ejército fascista asesinó a más de 800 personas (hombres y mujeres, ancianos y niños), en la cueva de Zeret, en Etiopía. Otro millar de campesinos y guerrilleros cayeron bajo el gas, las bombas o el fuego de las ametralladoras en diversas operaciones punitivas en la misma zona. Zeret, como tantos sitios en España, ha sido un no-lugar, un espacio condenado al olvido hasta su descubrimiento por el historiador Matteo Dominioni y el arqueólogo Yonatan Sahle en 2006.

Durante nuestra reciente investigación en Etiopía tuvimos ocasión de visitar la cueva, todavía repleta de restos humanos, ropas, graneros, cestas y cerámicas rotas. Son vestigios arqueológicos que nos hablan de la supervivencia diaria de unos campesinos que prefirieron ocultarse bajo tierra y llevar una vida fugitiva antes que aceptar el yugo colonial. Nos hablan también de la barbarie del invasor, dispuesto a cometer las peores atrocidades con tal de imponer sus sueños imperiales.

Un pañuelo de mujer en la cueva de Zeret

Sobre la tierra ha quedado el testigo material de la masacre: cráneos infantiles, piel humana, telas quemadas. Se trata de la mejor evidencia para callar a quienes ponen en duda las hazañas del totalitarismo fascista.

Porque si el fascismo no perdona, la arqueología no olvida.

domingo, 8 de marzo de 2009

Arqueología de la guerra... ¡sin excavación!

¡Sorpresa! Ametralladoras Schwarzlose en el fin del mundo.

A veces para estudiar contextos arqueológicos de conflictos contemporáneos no hace falta excavar.

Recientemente, una parte del equipo de este proyecto ha llevado a cabo prospecciones arqueológicas en la región de Gambela, en el oeste de Etiopía. El país fue invadido por Italia en 1935. La inestable ocupación fascista llegó a su fin cuando las tropas de Mussolini fueron derrotadas por los Aliados y los guerrilleros etíopes en noviembre de 1941. Pese a la brevedad de este episodio, se conservan aún en el país numerosos vestigios italianos en forma de edificios, cuarteles, campos de batalla, carreteras, puentes, cementerios y granjas. Todo un campo de estudio para los arqueólogos del siglo XX.

La ciudad de Gambela, en concreto, fue un importante puesto avanzado italiano junto a la frontera de Sudán. De la ocupación fascista se conservan en la actualidad varios edificios administrativos y militares que estudiamos como parte de nuestras prospecciones arqueológicas. A veces en el entorno de las estructuras aparecen algunos objetos de la época: latas, botellas, algunos casquillos...

Pero esta vez encontramos algo más que casquillos: cuál no sería nuestra sorpresa cuando, al abrir la contraventana de uno de los edificios abandonados, nos encontramos todo un arsenal de la Segunda Guerra Mundial cubierto de polvo y telarañas.

Entre las armas identificadas se cuentan docenas de subfusiles Ppsh y ametralladoras DPM soviéticas, fusiles Mannlicher, Mauser Gew. 98 y Mosin Nagant, un subfusil Thompson M1-A1, una ametralladora MG-42 alemana e incluso dos Schwarzlose de la Primera Guerra Mundial. Había además munición de todos los calibres y muchos proyectiles de mortero y RPG.

A parte de lo espectacular del hallazgo en sí, este caso nos ayuda a reflexionar sobre el modo de razonamiento arqueológico. Lo primero que tratamos de hacer los arqueólogos es datar los contextos y tratar de comprender cómo se han formado. Sólo así podemos realizar interpretaciones fiables.

En el caso del arsenal de Gambela nos hallamos con un magnífico ejemplo de depósito cerrado - sólo que en vez de espadas de bronce o cerámicas romanas lo que tenemos son armas automáticas. Si seriamos los materiales nos sale una típica campana de Gauss: tenemos unas pocas armas anteriores a la Segunda Guerra Mundial (Mannlicher y Vetterli), muchas armas de la Segunda Guerra Mundial, especialmente posteriores a 1941, y muy pocas armas fabricadas después del conflicto (dos subfusiles MAT, un fusil G3 y un FN FAL), en ningún caso posterior a los años 60. Éstas últimas nos dan la fecha post quem de la formación del depósito: las armas no se han podido guardar en el almacén antes de los años 50. De hecho, la fecha más probable de formación del conjunto sea inicios de los años 80 ¿Por qué? Es necesario entender cómo se ha formado el depósito.

Las armas fabricadas antes de la Segunda Guerra Mundial son de los tipos regularmente utilizado por el ejército fascista en las colonias (fusiles Mannlicher, Vetterli y Mauser, ametralladoras Schwarzlose), especialmente por las tropas africanas, que recibían las peores armas - y las tropas coloniales defendían los peores sitios, como Gambela. Sin duda, los fusiles y ametralladoras debieron quedarse en la zona tras la derrota de los italianos en 1941. Otras armas pudieron llegar a lo largo de la Segunda Guerra Mundial con los aliados (Bren, Thompson).

Cinco fusiles Mannlicher M95 de 8 mm y un Vetterli Vitali de 10.4 mm

Las armas soviéticas, en cambio, debieron de entrar en el país a partir de finales de los años 70, tras la revolución comunista en Etiopía. Los rusos aprovecharon las revoluciones africanas para desembarazarse de una gran cantidad de armamento anticuado. Es decir, lo mismo que pasó con la Guerra Civil Española 40 años antes y que nosotros hemos podido documentar arqueológicamente con nuestra excavación en la Ciudad Universitaria. Sin embargo, según Etiopía se fue hundiendo en su propia guerra civil (azuzada por la URSS y EEUU), llegaron al país nuevas y más modernas armas, como los famosos Kalashnikov. Esto dejó obsoleto buena parte del armamento previo. En algunos casos, como en Gambela, los materiales bélicos debieron de quedar arrumbados en edificios sin uso, mientras la gente se mataba con fusiles más efectivos.

Respecto al G3 y al FN FAL, estos rifles han sido los protagonistas de las guerras civiles sudanesas que azotaron el país entre 1955 y 2005. Los guerrilleros del sur de Sudán se han movido tradicionalmente de un lado a otro de la frontera y las armas se han trasladado con ellos - especialmente con los nuer, una etnia de pastores trashumantes que no entiende de límites nacionales. Con la extensión de los conflictos armados y el apoyo militar de las grandes potencias, las armas automáticas han pasado a constituir un elemento de gran relevancia en muchas sociedades tradicionales del Cuerno de África.

Bombas: Aquí es cuando decidimos que era mejor marcharse

En conclusión, con este ejemplo podemos ver como a través de la cultura material abandonada - es decir, del registro arqueológico - podemos seguir los eventos históricos de una determinada región (¡y del mundo entero!) y comprenderlos mejor. Al menos, nos permiten contar la historia de una forma original y diferente.

miércoles, 14 de enero de 2009

Visita a la trinchera

Visita oficial a la trinchera. En la fotografía aparecen entre otros Carlos Berzosa (Rector de la Universidad Complutense), Mercedes Molina (Decana de la Facultad de Geografía e Historia), Luis Enrique Otero Carvajal (Videcano de la Facultad de Geografía e Historia), José Manuel García Vázquez (Director del Gabinete del Rector), Víctor M. Fernández (Director de la revista Complutum) y algunos autores de los artículos incluidos en el monográfico sobre arqueología de la Guerra Civil: Luis Ríos y Almudena García (Universidad Autónoma de Madrid) y Eduardo Penedo (ARTRA). Fotografía de Francisco Ferrándiz (CSIC).

Ayer se celebró la presentación del monográfico de la revista Complutum dedicado a la arqueología de la Guerra Civil Española. Después del acto, varios de los asistentes visitaron la trinchera donde practicamos los sondeos durante el mes de noviembre. Estaba cubierta de nieve y la niebla apenas dejaba ver los escenarios de la guerra que nos acompañaron durante la excavación: el Cerro del Águila, la Cuesta de las Perdices, el Cerro Garabitas... Esperamos de todos modos que quienes nos acompañaron hayan encontrado interesante la visita y les agradecemos que la hayan realizado. Al menos, nuestros visitantes habrán podido hacerse una idea de las terribles condiciones de vida en el frente de la Universitaria durante los meses invernales.

jueves, 8 de enero de 2009

Blitzkrieg sobre Cisjordania?

La población que sobrevive a un bombardeo en una ciudad tiene que hacerlo en
casas sin ventanas y cortes continuos de agua y luz...si es que estas no quedan reducidas a escombros.
La foto es de Madrid.

Mañana, Jueves 15 de Enero de 2009 en el salón de actos de la Facultad de Filosofía A se ha organizado una charla sobre la situación actual en Palestina.
Aquello que se prefiguró en las trincheras que excavamos continúa su andadura a día de hoy: la moderna tecnología de guerra.
Es bien sabido y frecuentemente citado que la Legión Cóndor ensayó bombardeos masivos sobre la población civil en Guernica. Puesto que en Guernica predominaban la viviendas construidas en madera los nazis se aseguraron de utilizar muchas bombas incendiarias. En Madrid la proporción era diferente, más adaptada a la arquitectura urbana del cemento y el adoquín. Este tipo de elecciones técnicas estarán enfrentado a día de hoy los militares en quienes se ha delegado el futuro inmediato de quienes allí, en Cisjordania, viven...o vivían.
Un proyectil que no estalla en una calle del centro de Madrid posibilita esta foto
y este cruce de miradas atónitas.
En el cartel de detrás se puede leer "la tripulación del cielo"

También en Madrid, en su entorno, ensayó el ejército alemán otras técnicas que no se harían tan conocidas hasta que las sufrieron otros enemigos en la Segunda Guerra Mundial. Una de ellas, y esta es la hipótesis de trabajo propuesta, era el Blitzkrieg. Literalmente significaba "guerra relámpago" por su brevedad y contundencia. Se basaba en el empleo masivo de alta tecnología militar sin necesidad de grandes contingentes de tropas. Uno de los escenarios de ensayo de su efectividad fue la zona de Pozuelo-Húmera-Aravaca, estrechamente conectada con la acción militar en la zona de la trinchera excavada. Allí, según relata el periodista inglés Robert G. Colodny, una de nuestras fuentes de reconstrucción para entender el sentido de la trinchera, el ejército alemán atacó de la siguiente forma:
-En primer lugar realizó bombardeos masivos a larga distancia.
-A continuación intervinieron los vehículos blindados.
-Finalmente lo hacen los contingentes de infantería.
Es a esta disposición de los medios bélicos, a este orden, al que Colodny denomina Blitzkrieg.
Invito a los lectores a repasar la descripción mediática del orden que han seguido los acontecimientos (y los técnicos) militares en la rápida ofensiva de los últimos días. Si no me equivoco durante la primera semana predominaron los bombardeos desde tierra y mar. A continuación fueron tomando posiciones los tanques y, tras ellos, los 6000 soldados movilizados para la ocasión. Las descripciones periodísticas vienen escaseando en los últimos días, en parte por acción de las autoridades israelíes.
Muchas veces la casualidad obnubila el intelecto y por supuesto se pueden, se deben, enumerar las diferencias. Si no en el orden de los movimientos, probablemente en los tiempos y los ritmos de las diferentes unidades.
No obstante es una característica de las sociedades contemporáneas que las ironías de la historia se producen en ellas (como la cultura material) a un ritmo vertiginoso. ¿Como un relámpago?

Presentación de Complutum 19(2): Arqueología de la Guerra Civil Española


Finalmente, el dossier de Arqueología de la Guerra Civil ha salido de la imprenta. El volumen se presentará publicamente el día 13 de enero, martes, a las 12:30 en el Salón de Actos de la Facultad de Geografía e Historia. En el acto intervendrán:

  • Carlos Berzosa Alonso-Martínez (Rector de la Universidad Complutense)
  • Mercedes Molina Ibáñez (Decana de la Facultad de Geografía e Historia)
  • Víctor M. Fernández Martínez (Director de Complutum)
  • Luis Ríos Frutos (Comisión Docente de Antropología. Universidad Autónoma de Madrid)
  • Alfredo González Ruibal (Editor del monográfico)

¡Estáis todos invitados!

domingo, 4 de enero de 2009

El salto tecnológico


Ya nos lo decía un señor chino en la tienda de todo a un euro la última vez que pedimos cintas de cassette para grabar las entrevistas.
-¡Pero eso ya no lo usa nadie!
Así que nuestro propósito de año nuevo ha sido dar el salto tecnológico a la era digital 2.0, que una cosa es estudiar la paleotecnología y otra vivir en ella.
Para nuestro gran salto hacia adelante nos hemos ayudado de la paciencia y el buen hacer de Yousseff y Olmo, del taller de Medios Audiovisuales y Contrainformación de la Escuela Popular de Prosperidad. http://prosperesiste.nodo50.org/
Para pasar un archivo de audio de cassette a formato digital existen una serie de programas bastante sencillos (hasta un arqueólogo puede usarlos). Basta con conectar un cable con dos salidas de minijack como las que enchufan los cascos de cualquier aparato, ajustar el volumen de entrada al ordenador y grabar un archivo de MP3.
También existen una serie de programas que convierten unos formatos de vídeo en otros, variando la resolución, el tamaño del archivo, etc. Todo esto es muy básico pero nada como que te lo expliquen dos miembros de este taller, acostumbrados a aprender y enseñar en colectivo, para animarte.
A nosotros nos interesa un formato que no ocupe mucho espacio. Las entrevistas que vamos haciendo en relación con la Ciudad Universitaria se irán almacenando en un archivo de fácil manejo, sencillo y claro, incluso para arqueólogos...
Pues, igual que los yacimientos se re-excavan y los registros se revisan, nunca se sabe quién puede querer oír en el futuro a un testigo hablar de la guerra civil. La pregunta para cualquier historiador es ¿quién no? Sabemos, como los compis del taller que así lo explican en su web, que cuando uno realiza una entrevista está elaborando un documento y se debe hacer con la mayor atención posible.
Nosotros seguro que volvemos por ahí con dudas, problemas y cuestiones que resolver, como puede hacerlo cualquiera que esté interesado en los medios audiovisuales y el documental. Se reunen M y V de 20:00 a 21:00.

jueves, 1 de enero de 2009

Contando balas

Balas de 7.62 mm aparecidas en la excavación de la trinchera (izquierda), bala Lebel de 8 mm (centro) y balas Vetterli de 10.4 mm

El análisis del material en el laboratorio nos permite observar con más detenimiento los objetos que recuperamos durante la excavación. Podemos descubrir así que la mayor parte de los proyectiles de 7.62 mm no se llegaron a disparar, lo que indica que fueron separados del casquillo por parte de los soldados republicanos, quizá para extraer la pólvora o por aburrimiento o para fabricar un mechero como el que encontramos en el puesto de tirador 3, realizado con un casquillo de Mosin Nagant. El estudio de materiales también implica cuantificación, una de las tareas básicas de los arqueólogos, sólo que normalemente lo que se cuentan son trozos de cerámica o artefactos líticos ¡no casquillos y balas!

Modelos de proyectiles aparecidos en la excavación de la trinchera. El 59% pertenecen a balas de 7 mm

La cuantificación, por ejemplo, ha permitido ratificar la impresión que teníamos de que el número de casquillos es muy inferior al de balas. La ratio es de 1 casquillo por cada 5 balas aproximadamente. Cuando existan más análisis cuantitativos de yacimientos arqueológicos de la Guerra Civil podremos comenzar a proponer teorías sobre los distintos patrones de consumo de munición.

Balas y casquillos aparecidos en la excavación, prospección superficial y prospección con detector

También estamos encontrando elementos poco habituales que nos pasaron desapercibidos durante la fase de excavación: por ejemplo, un casquillo de 10,4 mm de 1916, fabricado en Lecco (localidad de Lombardía) y con marcaje de G(iulio) Fiocchi. Fiocchi es una empresa de municiones fundada en 1876 y que continúa existiendo en la actualidad (¡matar gente nunca se pasa de moda!). Este casquillo viene a sumarse a la abundante y variada cartuchería antigua de la trinchera que excavamos.

Casquillos recuperados en la excavación: 1-4: 7.62 mm Mosin Nagant; 5: 10.4 mm; 6: 8 mm Lebel; 7: 7 mm; 8: 11 mm Remington

Dado que según los datos que tenemos hasta el momento no parece que la trinchera existiera en los primeros meses de la guerra (es posible que se excavara incluso en 1938), la aparición de munición arcaica podría explicarse por ser ésta una zona estática que no requeriría del mejor armamento para su defensa, el cual se emplearía en los frentes más activos. Los problemas de suministro que se incrementan con el desarrollo de la guerra también podrían estar detrás de la aparición de armamento tan desfasado.